Primera Parte: El Arte de las Vidrieras

 

El arte de las vidrieras o vitrales data de la antigüedad y por muchos años fue desarrollado por los monjes de las iglesias, con técnicas que se mantuvieron hasta el siglo XIX.

 

Hace más de seis mil años la antigua civilización egipcia ya había comenzado a experimentar el trabajo del vidrio, desarrollando los primeros recipientes y los esmaltes cerámicos. Tiempo después, en Pompeya los romanos hicieron uso de una técnica llamada “soplar el vidrio” para formar piezas que encajaran en las ventanas de sus construcciones.

Ya en el periodo del arte Bizantino comienza a destacarse el trabajo de los vidrieros, es una época que se caracteriza por los bellos mosaicos de emperadores y escenas del cristianismos en las basílicas e iglesias. Sin embargo, el trabajo de los vidrieros no estaba muy desarrollado y se basaba sólo en formas geométricas.

El verdadero arte del trabajo de vidrio se puede apreciar desde la época de la construcción de Catedral de Augesburg en Alemania en el siglo XI y más tarde con catedrales como Chartres o Canterbury.

Catedral de Augesburg

Catedral de Chartres (agradecimiento antonio vazquez)

En el siglo XII se produce una verdadera revolución para el arte de las vidrieras, ya que sale a la luz el tratado del monje benedictino alemán Teófilo, en el cual se encontraban todas las técnicas de pintura sobre vidrio, materiales, producción, colores, etc.

El libro explicaba que los elementos necesarios para la pintura de vidrieras eran arena, sal y cenizas. Además al añadirse óxido de diferentes metales se comenzaban a formar los colores del vitral. Por ejemplo, se utilizaba hierro y plata para el amarillo, para el rojo y verde se necesitaba cobre y para el azul se empleaba el cobalto.

Antes de aplicar la pintura se debía utilizar un molde de cartón y luego cortar los vidrios según el molde. Una vez cortados los vidrios se unían con miel de abeja y luego con varillas de plomo se formaban los paneles que finalmente eran instalados en los ventanales de fierro.

Como podemos ver el arte de las vidrieras por mucho tiempo estuvo ligado a los monjes, quienes para dar mayor luz a las catedrales preferían utilizar vidrios casi incoloros. Las técnicas desarrolladas por este monje alemán sorprendentemente fueron utilizadas casi sin variaciones hasta el sigo XIX.

 

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