El Abanico de las 1000 caras.

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Esta vez, nos ha llegado una de esas piezas que sorprenden tanto por su variedad matérica, delicadeza de ejecución como por su finura y encanto. Se trata de un abanico cantonés del S.XIX de las «mil caras» (el más exportado de la ciudad de Cantón, al sur de China, en esa época). Con el fin de poder atender a la demanda, abaratan costes utilizando materiales como hueso, madera o papel impreso.

Es un abanico del tipo plegable, de medidas 50 cm ancho x 27,8 cm alto cuando se encuentra abierto. Las varillas presentan una longitud de 28 cm y los ribetes tienen 2,5 cm de anchura y 12 cm de longitud. Presenta doble país de papel. El varillaje es de 13 varillas de hueso calados a máquina con sencillas decoraciones y dos guardas con una alma de estaño. El clavillo es de cobre y está remachado. Presenta la misma decoración tanto al anverso como en el reverso, personajes cortesanos,  de colores vivos, inscritos en una arquitectura de terrazas sencilla rodeada de paisaje. Los personajes presentan unas vestimentas hechas de aplicaciones de tejido de seda encolados y los rostros sobre aplicaciones de marfil pintadas con gran detalle. Rodeando la figuración hay un marco ornamental con motivos vegetales y carpas representan símbolos budistas y taoístas de la buena suerte y abundancia.

Detalle

 

 

En general se encuentra en buen estado de conservación aunque presenta algunas degradaciones graves como rasgados y pérdidas en el papel del país a causa de la fricción con las fuentes desencoladas. Mediante el examen de luz rasante se observan los pliegues naturales del abanico y se determina que los ribetes intermedios han perdido su apresto, a consecuencia de su manipulación a lo largo del tiempo, así como los rasgados de la parte superior de los ribetes, evidenciados con el examen de luz transmitida. El examen con luz Ultravioleta demuestra que no hay añadidos (repintes, barnices, etc.) pero que las varillas centrales  han debilitado los ribetes a los que soporta, intuyéndose su volumen a través del papel. Por último el análisis de microscopia óptica de una muestra del tejido de los trajes de los personajes ha determinado que se trata de seda y confirma que las varillas son de hueso.

 

detall ventall 2  Detalle del país desencolado.

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Detalle de varilla partida que ha ocasionado rotura del papel del país.

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Desgastes y roturas.

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Detalle de lsa caras de marfil adheridas y de los tejidos de seda

en los ropajes adheridos vistos con luz rasante.

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Detalle del hueso de las varillas.

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Muestra de hilo de seda a 100X

El abanico, debe relacionarse necesariamente al fenómeno del Japonismo en Europa. A mediados de siglo XIX, Japón abre fronteras permitiendo un intercambio comercial con otras naciones, lo que propició el conocimiento y difusión del arte nipón en Europa, donde tuvo una fuerte repercusión en las vanguardias que allí se estaban desarrollando, expandiéndose al resto de las artes. Incluyéndose en este fenómeno, cualquier referencia iconográfica o estética proveniente de cualquier lugar del Oriente asiático.

Las exposiciones de Londres 1862 o París de 1867 serían grandes difusores de este arte y el gusto y estilismo japonés que terminó contagiando la obra de grandes artistas europeos coetáneos como Vincent Van Gogh o Henri de Toulouse-Lautrec. Este gusto por el arte nipón también encontró su expresión en objetos de lujo de uso cotidiano que la clase burguesa aprestaba a coleccionar. El principal epicentro de Japonismo fue París y se extendió por todo el continente europeo llegando a España a finales del siglo XIX.

Cabe destacar Barcelona como principal motor de Japonismo consecuencia de su apertura hacia Europa, de su importante industria gráfica modernista así como de la Exposición Universal de 1888 que dio una fuerte impulso a la promoción de la tendencias artísticas y culturales.Así, el abanico formaría parte del gran número de piezas que se importaron en Europa, desde China y Japón durante la segunda mitad de siglo XIX, debido a la fiebre del coleccionismo burgués de objetos de gusto oriental.

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